Entre las cinco mejores películas documentales cortas de 2010, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos postuló La última campaña del gobernador Booth Gardner. Aunque el ganador fue otro filme, la lucha electoral de hace tres años del ex gobernador demócrata de Washington (1985-1993), Booth Gardner, para que en ese Estado se apruebe una ley de suicidio asistido, volvió a poner el tema como un eje de campaña. La "Iniciativa 1.000" triunfó con el 58% de los votos y se sumó así a Oregon y a Montana, donde ya regía.

Gardner quiere ser uno de los primeros en usar la legislación cuando se reglamente. Hace 13 años que padece de Parkinson; tiene el apoyo de su esposa y su hija, pero su hijo Doug se opone.

No fue la primera película sobre este asunto que llama la atención de Hollywood. En 2004, la española Mar adentro se llevó el Oscar al mejor filme extranjero, al narrar la historia real de Ramón Sampedro, quien quedó tetrapléjico por un accidente a los 25 años y encaró una larga lucha legal para que se lo autorice a morir, con el derecho de que cada persona puede disponer de su vida, sin éxito. Finalmente, se quitó la vida a los 55 años.

Desde el año pasado, en España se debate la sanción de una legislación específica de muerte digna, presentada por el socialismo en el Gobierno. La ley permite que los pacientes terminales puedan optar por abandonar el tratamiento médico, que se le apliquen sedantes o acelerar su muerte. Se descuenta que será debate de agenda para las elecciones generales de noviembre.

Etimología
La palabra eutanasia se deriva del griego eu, que significa bueno, y thanatos, muerte (literalmente, buena muerte). Pero el final voluntario de una vida siempre genera controversia y conmoción, ya desde la denominación formal que se le dé. Sus impulsores hablan de muerte digna ante casos irreversibles. Sus objetores, de suicidio asistido o de un modo de asesinato. Sea cual sea la denominación que se elija, se prevé que en la campaña electoral de 2012 en EEUU, esta discusión volverá a ocupar un lugar relevante, con roces entre los demócratas y el ala ultraconservadora del Partido Republicano.

Durante 2011, numerosas noticias internacionales se abocaron a este debate. Entre ellas, sobresalieron dos. A los 83 años, el 3 de junio murió el médico norteamericano Jack Kevorkian, más conocido como Doctor Muerte, por haber ayudado a más de 100 personas a suicidarse, hecho por el cual purgó ocho años de cárcel. Al salir, se postuló como legislador, y su eje de campaña fue que no quería matar a los pacientes sino evitarles el sufrimiento.

Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Suiza (desde 1942) ya tienen leyes vigentes sobre la muerte asistida. Precisamente, en ese último país, la clínica Dignitas está especializada en atención de pacientes con esa decisión. Allí murió en diciembre de 2010, el millonario británico Peter Smedley, a los 71 años; su decisión se filmó en un documental difundido por la BBC hace dos meses, que generó un fuerte revuelo mundial.

A las cuestiones médica, legal y social, se suma la religiosa, y así lo hizo entender el papa Benedicto XVI, en un reciente discurso a los jóvenes en España: "hay muchos que, creyéndose dioses, desearían decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado".

La Argentina no está ajena a la polémica; en la semana pasada, Selva Herbon pidió autorización para que se le desconecten equipos médicos a su pequeña hija, en estado vegetativo. Es un debate que recién empieza en el país.